Hay rincones de Lanzarote que vale la pena visitar. Una de ellas son las playas de Papagayo, entre las que se encuentra la conocida Playa Blanca.
Una zona, dentro del Parque Natural de Ajaches, con aguas cristalinas y arena cómoda para pasar el día.
Además, entre las dos playas hay un par de espacios gastronómicos donde disfrutar de la cocina tradicional y, a su vez, de unas vistas increíbles.
Información de interés: durante el día, el acceso a estas playas, ya sea en coche o moto, cuesta tres euros por vehículo. Importe que debe pagarse -desde la pandemia- únicamente con tarjeta.
Recomendación: no te quedes en la primera zona de arena que encuentres. Si eres un poco aventurero, cruza hasta las calas vecinas y encontrarás un remanso de paz y tranquilidad digno de las vacaciones que te mereces.
Buen rollo -algunos lo llaman «estado de ánimo relajado» - a lo largo de seis kilómetros. La playa de Famara es la playa más larga de la isla, situada bajo el acantilado montañoso de Peñas del Chache, el punto más alto de Lanzarote.
Al otro lado de esta playa se encuentran las islas de La Graciosa, Alegranza, Montaña Clara y Roque del Oeste. El río que separa la isla de estos islotes provoca ciertas corrientes que, si bien son el aliado ideal para los surfistas, obligan a tener cuidado.
Si eres un amante del surf o el kitesurf, te recomendamos que pases unos días alojándote en Caleta de Famara, un pueblo repleto de escuelas para aprender deportes acuáticos.
Recomendación: visitar Famara por la tarde y esperar a que se ponga el sol para contemplar un paisaje como ningún otro.
¿Te has fijado en la principal característica de la tierra de Lanzarote? Los cultivos crecen sobre tierra negra y, en este caso, la arena de Playa Quemada también es de este color. Junto con Playa El Pozo y Cala Quemada forman el paraíso del sureste de la isla.
Y, ¡sorpresa! Además de ser un enclave maravilloso con poco tráfico, tiene un microclima que favorece el baño.
A poco más de un kilómetro de Lanzarote se encuentra La Graciosa, la isla principal del archipiélago Chinijo. Visitarla es obligatorio y recorrerla en bicicleta es toda una aventura. En 20 minutos pedaleando puedes pararte en el Playa de Las Conchas, con arena clara y agua cristalina. Un lugar de envidia para los amantes del descanso.
A la misma distancia, pero hacia el sur de la isla, encontramosPlaya francesa, su destino si lo que busca es silencio y un remanso de paz en un lugar como ningún otro.
Información de interés: reserva tu viaje de ida y vuelta en barco con algo de antelación (especialmente si viajas en temporada alta). Te recomendamos ir muy temprano por la mañana y volver a media tarde para aprovechar las primeras horas del día, donde el sol no pica tanto.
Recomendación: visitar La Graciosa bien equipado con una sombrilla (o gorra), agua y algo de comida. Si prefieres comer y beber en La Graciosa, reserva antes o justo cuando llegues para no quedarte sin mesa.